UNA BASE HISTÓRICA.
Si se estudian seriamente los evangelios y su contexto histórico, es innegable que Jesús hizo milagros. Si no hubiera habido en el origen hechos extraordinarios que admirasen a los contemporáneos de Jesús no se habrían relatado estos episodios inauditos. Es preciso admitir al menos una "base histórica" a la tradición que se desarrolla después. Por lo demás, muchos de estos hechos no han podido ser "inventados" pasado ya el tiempo, en particular los que dan lugar a discusión entre Jesús y sus adversarios.
Si se estudian seriamente los evangelios y su contexto histórico, es innegable que Jesús hizo milagros. Si no hubiera habido en el origen hechos extraordinarios que admirasen a los contemporáneos de Jesús no se habrían relatado estos episodios inauditos. Es preciso admitir al menos una "base histórica" a la tradición que se desarrolla después. Por lo demás, muchos de estos hechos no han podido ser "inventados" pasado ya el tiempo, en particular los que dan lugar a discusión entre Jesús y sus adversarios.
En el momento mismo en que Jesús hacía "milagros" no se estaba de acuerdo acerca de lo que representaban estos actos, y algunos los atribuían al diablo. Este desacuerdo narrado por los evangelistas que no pudo ser inventado, atestigua el valor histórico de estos relatos.
HOY Y EN EL PASADO.
Hoy nos es difícil mirar el milagro como podía hacerse en el tiempo de Jesús. Nosotros vemos el mundo a través del saber científico y técnico; los judíos lo veían ligado a Dios. El milagro es para nosotros una derogación de las leyes de la naturaleza; para un judío era la interacción normal de Dios en su creación. El milagro no era puesto ni en relación ni en oposición con una visión científica del universo; tenía su lugar en una visión religiosa del mismo.
Hoy nos es difícil mirar el milagro como podía hacerse en el tiempo de Jesús. Nosotros vemos el mundo a través del saber científico y técnico; los judíos lo veían ligado a Dios. El milagro es para nosotros una derogación de las leyes de la naturaleza; para un judío era la interacción normal de Dios en su creación. El milagro no era puesto ni en relación ni en oposición con una visión científica del universo; tenía su lugar en una visión religiosa del mismo.
Detalle revelador: para designar los milagros de Jesús, los evangelistas no emplean jamás la palabra griega usual que designaba los prodigios asombrosos (terata); emplean palabras que quieren decir "signos" (semeía) o "actos de poder" ('dunarneis). La mirada va espontáneamente hacia Dios que hace un signo y manifiesta su presencia activa.
Allí, donde nosotros vemos actualmente oposición entre un "milagro" y el curso normal del mundo, los judíos veían una continuidad armoniosa en la acción de Dios que crea el mundo y se manifiesta en él.
Allí, donde nosotros vemos actualmente oposición entre un "milagro" y el curso normal del mundo, los judíos veían una continuidad armoniosa en la acción de Dios que crea el mundo y se manifiesta en él.
Para los contemporáneos de Jesús, el mundo estaba dominado por Satán: las enfermedades, los pecados, la muerte estaban ligados, como tantos signos de su presencia. En este contexto, los milagros de Jesús tienen una significación precisa; "si yo expulso los demonios con el poder de Dios, es que el Reino de Dios ha llegado a vosotros" (Lc. 11, 20). Los milagros muestran que Jesús tiene el poder de inaugurar la era definitiva y el mundo nuevo.
CARACTERÍSTICAS DE LOS MILAGROS DE JESÚS.
Pero Jesús nunca hace prodigios espectaculares para demostrar su poder y para asombrar. No busca el poder y la gloria a la manera humana. Para comprender la significación de sus milagros hay que fijarse en estos cuatro puntos:
Pero Jesús nunca hace prodigios espectaculares para demostrar su poder y para asombrar. No busca el poder y la gloria a la manera humana. Para comprender la significación de sus milagros hay que fijarse en estos cuatro puntos:
1) Los milagros de Jesús cumplen los anuncios del Antiguo Testamento: "Los ciegos ven, los cojos andan..."(Mt. 11, 5; ver los oráculos de Isaías, 29, 28 y ss.; 35, 5 y ss.; 61, 1). Jesús hace la obra de Dios.
2) Los milagros de Jesús no son pruebas irresistibles de su misión o de su divinidad. Algunos los consideraban como obra del diablo. El poder de Dios está mezclado en ellos con -todas las ambigüedades de la vida. El milagro no viene a destruir la libertad de los hombres. Al contrario sólo los que tienen fe en Jesús reconocen milagros en estos hechos extraordinarios.
3) Los milagros de Jesús liberan a los hombres para que puedan andar en "su seguimiento" y participar en el Reino. Los discípulos no deberán contentarse con testimoniar por su palabra; podrán también hacer signos milagrosos (Mc. 6, 7; Mt. 10, 1; Lc. 9. 1)
4) Los milagros de Jesús muestran que la salvación de los hombres no es solamente "espiritual". Concierne al hombre entero, incluido su cuerpo. Muestran que la salvación no es solamente "individual": los enfermos curados, los leprosos purificados ya no son unos marginados. Pueden volver a ocupar su puesto en la sociedad. La salvación es colectiva, cambia las relaciones humanas.
Muestran, en fin, que la salvación anuncia el porvenir de la humanidad. Los milagros nos lo dicen a su manera: la condición actual de los hombres no permanecerá para siempre. Un día, las enfermedades, la muerte, las divisiones sociales desaparecerán. Los milagros son anticipaciones, resplandores: el alba del mundo de Dios. Invitan a los hombres a ambicionar lo que actualmente parece imposible. Son el estímulo concreto de la esperanza. A través de ellos, surge el mundo nuevo.
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