Es una fecha simbólica, equivalente a siete semanas, signo de plenitud e imagen de la eternidad que esperamos obtener con la resurrección de Cristo que es señal de nuestra propia resurrección. De hecho, el día 50, el domingo de Pentecostés, los discípulos recibieron la plenitud del Espíritu Santo y empezaron a predicar el Evangelio. Fue el principio de la vida de la Iglesia, y el inicio de la acción evangelizadora que perdura en la Iglesia Misionera.
"Si Cristo no hubiera resucitado seriamos los que haríamos más lástima de todos los hombres. Nuestra esperanza no tendría sentido". Pero Cristo ha resucitado y todo tiene un sentido y un sentido muy pleno. Nuestra esperanza está bien fundamentada. Toda la vida de la Iglesia nace de la fuerza del Cristo resucitado.
Hay una continuidad histórica y religiosa entre La Pascua judía y la cristiana ya que Cristo murió el primer día de la fiesta judía de la Pascua, que celebra la liberación por mano de Dios del pueblo judío de la esclavitud de Egipto. Tiene además un profundo simbolismo ya que la muerte de Jesucristo cumple la Antigua Ley, sobre todo en lo referente al cordero pascual que los judíos comen la noche víspera del 14 de Nisan. Cristo, es inmolado el mismo día de la pascua judía, en que se inmolaban los corderos en el templo. Jesús es el Cordero Pascual que nos libera del pecado. Por eso nuestra pascua, como la judía recuerda el paso de Israel por el Mar Rojo, el cordero pascual, la columna de fuego que guiaba a Israel, etc. Pero ahora con un significado mas completo.
La Pascua de Jesucristo es el momento de la plenitud de los tiempos, cuando el Señor Jesús se hace presente en medio del pueblo de Israel y trae la verdadera liberación y la auténtica plenitud. Durante la vida de Cristo, Él expresó en varias ocasiones, cuánto deseaba celebrar la Pascua con sus discípulos.
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