Los cristianos confesamos que Jesús es el Cristo. Muy pronto las dos palabras de esta confesión de fe "Jesús" y Cristo", se fundieron en una. Jesucristo, con la que desde los tiempos del Nuevo Testamento venimos nombrando a Jesús. Jesús quiere decir en hebreo "Dios salva". En su nombre está su identidad y su misión. En efecto, a lo largo de todo el Antiguo Testamento se repite la promesa de que Dios mismo, en persona, salvará definitivamente a su pueblo y a toda la humanidad. Mesías quiere decir "ungido". En Israel eran ungidos en nombre de Dios los elegidos los consagrados por el Señor para ejercer una misión señalada en su pueblo. Eran ungidos los reyes y los sacerdotes. Muy excepcionalmente lo eran los profetas.
"Y el Verbo se hizo carne, y acampó entre nosotros; y hemos visto su gloria, la gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad" (Jn 1,14) La Encarnación es un acontecimiento que tuvo lugar en un tiempo determinado de la historia, pero su origen está absolutamente más allá de todo el universo. Ha sucedido una única vez y para siempre. Dios: se ha unido a través de su Hijo definitivamente con el hombre y con su creación. Dios no dejará de ser nunca "Dios con nosotros".
Nosotros creemos y confesamos que Jesús de Nazaret, nacido judío de una hija de Israel, en Belén en el tiempo del rey Herodes el Grande y del emperador César Augusto; de oficio carpintero, muerto crucificado en Jerusalén, bajo el procurador Poncio Pilato, durante el reinado del emperador Tiberio, es el Hijo eterno de Dios hecho hombre, que ha "salido de Dios" (Jn 13, 3), "bajó del cielo" (Jn 3, 13; 6, 33), "ha venido en carne" (1 Jn 4, 2), porque "la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad... Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia" (Jn 1, 14. 16). CIC 423...
El nombre de Jesús, dado por el ángel en el momento de la Anunciación, significa “Dios salva”. Expresa, a la vez, su identidad y su misión, “porque él salvará al pueblo de sus pecados” (Mt 1, 21). Pedro afirma que “bajo el cielo no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos” (Hch 4, 12).
“Cristo”, en griego, y “Mesías”, en hebreo, significan “ungido”. Jesús es el Cristo porque ha sido consagrado por Dios, ungido por el Espíritu Santo para la misión redentora. Él es el Mesías esperado por Israel y enviado al mundo por el Padre. Jesús ha aceptado el título de Mesías, precisando, sin embargo, su sentido: “bajado del cielo” (Jn 3, 13), crucificado y después resucitado, Él es el siervo sufriente “que da su vida en rescate por muchos” (Mt 20, 28). Del nombre de Cristo nos viene el nombre de cristianos.
Jesús es el Hijo unigénito de Dios en un sentido único y perfecto. En el momento del Bautismo y de la Transfiguración, la voz del Padre señala a Jesús como su “Hijo predilecto”. Al presentarse a sí mismo como el Hijo, que “conoce al Padre” (Mt 11, 27), Jesús afirma su relación única y eterna con Dios su Padre. Él es “el Hijo unigénito de Dios” (1 Jn 4, 9), la segunda Persona de la Trinidad. Es el centro de la predicación apostólica: los Apóstoles han visto su gloria, “que recibe del Padre como Hijo único” (Jn 1, 14).