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Porque creer en el Espiritu Santo?


Hay muchos conceptos erróneos sobre la identidad del Espíritu Santo. Algunos ven al Espíritu Santo como una fuerza mística. Otros entienden al Espíritu Santo, como el poder impersonal que Dios pone a disposición para los seguidores de Cristo. ¿Qué dice la Biblia acerca de la identidad del Espíritu Santo? Puesto en una manera sencilla – la Biblia dice que el Espíritu Santo es Dios.


El hecho de que el Espíritu Santo es Dios, es visto claramente en muchas partes de las Escrituras, incluyendo Hechos 5:3-4. En este versículo, Pedro confronta a Ananías por haber mentido al Espíritu Santo, y le dice que él “no había mentido a los hombres sino a Dios”. Es una clara declaración de que mentir al Espíritu Santo es mentir a Dios. También podemos saber que el Espíritu Santo es Dios, porque El posee los atributos o características de Dios.


La Iglesia nos enseña que el Espíritu Santo es el amor que existe entre el Padre y el Hijo. Este amor es tan grande y tan perfecto que forma una tercera persona. El Espíritu Santo llena nuestras almas en el Bautismo y después, de manera perfecta, en la Confirmación. Con el amor divino de Dios dentro de nosotros, somos capaces de amar a Dios y al prójimo. El Espíritu Santo nos ayuda a cumplir nuestro compromiso de vida con Jesús.


En varias oportunidades Jesucristo prometió a los Apóstoles que les enviaría el Espíritu Santo, el cual les recordaría y les ayudaría a entender todo lo que El les había dicho. Así fue que, el día de Pentecostés, cuando estaban todos los Apóstoles reunidos, se produjo un ruido como de un viento impetuoso. Aparecieron lenguas de fuego que se posaron sobre cada uno de ellos. Era el Espíritu Santo prometido por Jesús que descendió sobre cada uno de ellos, haciéndolos fuertes, audaces y santos para anunciar el Evangelio con fidelidad a todo el mundo.La Iglesia quedó constituida en templo del Espíritu Santo; El la santifica y hace que los bautizados se unan a la Santísima Trinidad.

Cristo cabeza de la iglesia, Los doce apostoles como los primeros envidos por Cristo


"Al llegar Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ¿Quien dice la gente que es el Hijo del hombre? Ellos dijeron: Unos, que Juan Bautista; otros que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas. El les dijo: Vosotros, ¿quien decís que soy yo? Tomando la palabra Simón, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo. Jesús le respondió: Bien aventurado eres, Simón, hijo de Juan, porque no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de los cielos, y lo que atares en la tierra será atado en los cielos, y lo que desatares en la tierra, será desatado en los cielos" Evangelio de San Mateo (16, 13-20).


En este texto basamos le edificación de la iglesia, no solo poniendo y asumiendo a una persona como cabeza de ella, como el jerarca de la iglesia católica, si no asu vez nos da la estructura de la iglesia y su facultad que es Cristo, dando el poder a los apóstoles dejando a uno de ellos a Pedro como la cabeza de su iglesia. Es por eso, que la iglesia tiene todo el poder que le viene y fue dado por Jesucristo en Pedro y trasmitido a sus discípulos.



Es la iglesia cristiana católica la única encomendada y que viene de Cristo de velar y vigilar la fe y la doctrina enseñada por el mismos Cristo a sus apóstoles que fueron los que fundaron y atraves de su fe y sus enseñanzas vividas con el maestro nos trasmitieron a todos nosotros lo que hoy sabemos de El.


Es la misma fe la que profesamos en la actualidad que la profesaron hace mas de dos mil años los apóstoles. Es por eso, que debemos de sentirnos y a la ves de valorar a la iglesia que pertenecemos y profesar nuestra fe con todo el orgullo de que somos seguidores de Cristo.


¡Y el verbo se hizo carne! Jesucristo es verdadero Dios

Juan 1:14-18
Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros, lleno de amor y verdad. Y hemos visto su gloria, la gloria que como Hijo único recibió del Padre. Juan dio testimonio de él, diciendo: “Este es aquel a quien yo me refería cuando dije que el que viene después de mí es más importante que yo, porque existía antes que yo.” De sus grandes riquezas, todos hemos recibido bendición tras bendición. La ley fue dada por medio de Moisés; el amor y la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único, que es Dios y que vive en íntima comunión con el Padre, es quien nos lo ha dado a conocer.

Posiblemente para nosotros es difícil entender como Jesús podía ser Dios y hombre al mismo tiempo, pero esto es lo que Juan dijo. Es algo que debemos aceptar por fe. Jesús vino a la tierra y caminó entre nosotros. Él experimentó dolor, sintió pesar y rechazo, y sintió el gozo de la amistad. Porque él ha sido uno de nosotros, él puede relacionarse con nosotros. Él no es un Dios distante; él entiende nuestras emociones. Él ha reído y llorado, él ha tenido hambre y sed, él ha estado cansado y solo. Lo esencial es esto: Él sabe lo que nos está pasando, porque las mismas cosas le pasaban a él. Una versión de la Biblia dice que “La palabra se encarnó, y se mudo al barrio.” Jesús todavía era Dios pero tomó la forma física de hombre, con todas nuestras debilidades y vulnerabilidad.

Juan sigue diciendo que Jesús era “lleno de amor y fidelidad inquebrantables.” Otra versión de la Biblia dice que él era lleno de gracia y verdad. De cualquier forma, vemos el corazón de Dios que está representado en Jesús, el Dios-hombre. Es como si Dios ha alcanzado a dentro de su mismo y nos dio su propio corazón cuando nos mandó a Jesús. Él nos enseñó quien era él y lo que es importante para él – no con poder y autoridad terrenal, pero amor, misericordia, y verdad.

El Verbo se encarnó para salvarnos reconciliándonos con Dios: "Dios nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados" (1 Jn 4, 10)."El Padre envió a su Hijo para ser salvador del mundo" (1 Jn 4, 14). "El se manifestó para quitar los pecados" (1 Jn 3, 5)

Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre en la unidad de su Persona divina; por esta razón él es el único Mediador entre Dios y los hombres.Jesucristo posee dos naturalezas, la divina y la humana, no confundidas, sino unidas en la única Persona del Hijo de Dios. La encarnación es, pues, el misterio de la admirable unión de la naturaleza divina y de la naturaleza humana en la única Persona del Verbo.

Los Sacerdotes, ¿Quienes son para la Iglesia?

Los sacerdotes son hombres que colaboran directamente con el obispo en la tarea de cuidar el rebaño que Cristo les ha asignado. Cuando Cristo es elevado a la derecha del Padre, no abandona a su rebaño, sino que lo guarda por medio de los apóstoles bajo su constante protección y lo dirige también mediante estos mismos pastores que continúan hoy su obra. Estos pastores en nuestros días son los obispos y los sacerdotes o presbíteros.

El sacerdocio es un sacramento, instituido, es decir fundado por Cristo en la noche la Última Cena. Cuando estaba reunido con sus apóstoles tomó el pan y el vino para bendecirlos, dar gracias y después consagrarlos en su cuerpo y sangre, al decir las palabras “haced esto en memoria mía”, Cristo quiere prolongar su sacerdocio a través de todos los tiempos mediante unos hombres que Él elige.

Cristo Jesús es la presencia del Padre en el mundo. El ejerció Salvación de una vez y para siempre. Sin embargo, Él mismo quiso que su obra de salvación fuese continuada por otros hombres. Mediante el envío del Espíritu Santo en Pentecostés la obra de Cristo fue continuada por los apóstoles, quienes Cristo mismo llamó y eligió para que viviesen con Él y para enviarlos a predicar el Reino de Dios (cf. Mc 3, 13-19; Mt 10, 1-42); e instituyó a modo de colegio; es decir, de grupo estable, al frente del cual puso a Pedro, elegido de entre ellos mismos (confrontar Jn 21, 15-17), y envió primeramente a los hijos de Israel y después a todas las gentes (Rm 1,16; cf. Mt 26, 18-20; Mc 16,15; Lc 24, 45-48; Jn 20, 21-23).

Los apóstoles, pues, predicando en todas partes el Evangelio (Mc 16,20), recibido por los oyentes bajo la acción del Espíritu Santo, congregan la Iglesia universal que el Señor fundó en los apóstoles y edificó sobre el bienaventurado Pedro, su cabeza, siendo el propio Cristo Jesús la piedra angular ( Apoc 21, 14; Mt 16,18; Ef 2,20).

Es cierto que los sacerdotes no tienen la costumbre del pontificado y dependen de los obispos en el ejercicio de su potestad; sin embargo, por la virtud del sacramento del orden han sido consagrados como verdaderos sacerdotes del Nuevo Testamento. De ahí la razón de su existencia dentro de la Iglesia como:

a) Continuadores de Cristo. El ministerio de los presbíteros por estar unidos con el Orden episcopal de la autoridad con que Cristo mismo edifica, santifica y gobierna su cuerpo.

b) Colaboradores de los obispos. Los presbíteros, próvidos cooperadores del Orden episcopal y ayuda e instrumento suyo, llamados para servir al Pueblo de Dios, forman, junto con su obispo, un solo presbítero, dedicado a diversas ocupaciones.

c) Presidentes de las iglesias locales. Ellos, bajo la autoridad del obispo, santifican y rigen la porción de la grey del Señor a ellos encomendada, hacen visible en cada lugar a la Iglesia universal y prestan eficaz a la edificación de todo el Cuerpo de Cristo (Ef 4,12)

¿Quien es el Papa? Cabeza de la iglesia, instituida por Cristo


El Papa es Obispo de Roma, Vicario de Jesucristo, Sucesor del Príncipe de los Apóstoles, Sumo Pontífice de la Iglesia Universal, Patriarca de Occidente, Primado de Italia, Arzobispo y Metropolita de la provincia Romana, Soberano del Estado Vaticano, Siervo de los Siervos de Dios.El más importante es el último, el de los Siervos de los Siervos de Dios, que fue un título que fue acuñado por primera vez por el Papa San León Magno.


Cuando Jesucristo instituye su Iglesia, hizo de Simón Pedro, el rudo pescador del lago de Bethsaida en Galilea, la piedra de su Iglesia. Le entregó las llaves de ella y lo instituyó pastor del rebaño (Jn. 21, 15-17). El Papa no tiene otro oficio que el de ser depositario de las llaves de la Iglesia y pastor del gran rebaño que forma la Iglesia Católica. Él residió primero en Antioquia, después, de acuerdo a lo que dice el cronista del año 354, por 25 años residió en Roma en donde encontró el martirio en el año 64 o 67 de nuestra era. Muchos de sucesores han pagado con su sangre la fidelidad a esta sucesión. Desde esa época el Papa vive en Roma con excepción del período en que los Papas vivieron en la ciudad francesa de Avignon a finales del siglo XIV.


Jesucristo escogió doce hombres de su misma región y con ello constituyó un grupo estable. Estos fueron los miembros de la primera comunidad de discípulos a quienes Jesús se manifestó personalmente a quienes envío, mas tarde, por todo el mundo para predicar el Evangelio (Mc. 16,15). El testimonio de estos doce Apóstoles que afirman de Jesús: “ Le hemos visto y oído” (1 Jn. 1,1 Jn 1,3) es el gran tesoro sobre la vida del Salvador, sus hechos, sus enseñanzas, su pasión, su muerte y resurrección que nos llega por el Nuevo Testamento y por la Tradición viva de la misma Iglesia.


Entre aquéllos doce Apóstoles Jesús eligió a uno de ellos para que encabezara el grupo. Se llamó Simón, natural de Betsaida, pescador de profesión, a quién le cambió el nombre por el de Pedro, que significa piedra. A él y solo a él trató como cabeza de grupo, piedra angular y visible sobre la cuál el mismo Jesús edificó su Iglesia (Mt. 16,18). A Pedro le confió el cuidado de las ovejas y los pastores (Jn. 21,15-17), y le entregó “ las llaves”, símbolo universal de la autoridad (Mt.16,19).



¿Que es la iglesia? ¿Para que?

¿Qué sabemos de la Iglesia? Podemos informarnos a partir de lo que nos dicen los medios de comunicación. Algunos presentan una Iglesia en decadencia, una institución que está “en peligro de extinción”. Otros dejan hablar a los que critican a la Iglesia o al nuevo Papa, a los que querrían una Iglesia a su medida, a los que desearían que las mujeres católicas abortasen libremente... Otros sacan a la luz escándalos sin fin, como si la Iglesia fuese la sociedad más corrompida del planeta.
Otros, de un modo casi obsesivo, señalan con el dedo algunas páginas de su historia, no siempre estudiadas con justicia, para acusarla de enemiga de la humanidad, de la ciencia y del progreso: nos hablan de la Iglesia de la Inquisición, de la Iglesia que condenó a Galileo y que quemó a los herejes, de la Iglesia que organizó cruzadas y que discriminó a las mujeres...Si nos quedamos con estos datos, parecería que la Iglesia es una institución que debería desaparecer pronto... ¿Es así la Iglesia? Preguntemos a los de dentro, a los que la sirven, al próximo Papa, a los obispos, a los sacerdotes, a los religiosos, a los millones de bautizados de los cinco continentes.


La acepción más frecuente de la palabra iglesia(←ecclesia(latín)← ἐκκλησία [ekklēsía](griego), 'asamblea convocación' )? está referida al conjunto o congregación de los fieles cristianos, ya sea de modo total o particular. El término suele ser y no debe ser utilizado como un sinónimo de templo. Iglesia es referente a un cuerpo vivo mientras que templo es obra de las manos de los hombres.

Hechos, 19, 32; I Cor., 14,19, en estas citas biblicas encontramos referencias de los apostoles usar el termino iglesia, asamblea. Se emplea para designar a todos los que, desde el comienzo del mundo, han creído en el verdadero Dios, y han sido hechos hijos suyos por la gracia. La Iglesia ha sido prefigurada ya desde el origen del mundo y preparada maravillosamente en la historia del pueblo de Israel y en la Antigua Alianza, se constituyó en los últimos tiempos, se manifestó por la efusión del Espíritu y llegará gloriosamente a su plenitud al final de los siglos. El Señor Jesús comenzó su Iglesia con el anuncio de la Buena Nueva, es decir, de la llegada del Reino de Dios prometido desde hacía siglos en las Escrituras.

La Iglesia es el Reino de Cristo, presente ya en misterio. El Señor Jesús dotó a su comunidad de una estructura que permanecerá hasta la consumación del Reino. Los Doce, con Pedro a su Cabeza, (Cf. Mc 3,14-15) y los otros discípulos participan en la misión de Cristo, en su poder, y también en su suerte. La Iglesia ha nacido principalmente del don total de Cristo. El Concilio nos dice que: "El agua y la sangre que brotan del costado abierto de Jesús crucificado son signo de este comienzo y crecimiento"(Vaticano II, LG 3). Del costado de Cristo dormido en la cruz nació el sacramento admirable de toda la Iglesia.