Otros, de un modo casi obsesivo, señalan con el dedo algunas páginas de su historia, no siempre estudiadas con justicia, para acusarla de enemiga de la humanidad, de la ciencia y del progreso: nos hablan de la Iglesia de la Inquisición, de la Iglesia que condenó a Galileo y que quemó a los herejes, de la Iglesia que organizó cruzadas y que discriminó a las mujeres...Si nos quedamos con estos datos, parecería que la Iglesia es una institución que debería desaparecer pronto... ¿Es así la Iglesia? Preguntemos a los de dentro, a los que la sirven, al próximo Papa, a los obispos, a los sacerdotes, a los religiosos, a los millones de bautizados de los cinco continentes.
La acepción más frecuente de la palabra iglesia(←ecclesia(latín)← ἐκκλησία [ekklēsía](griego), 'asamblea convocación' )? está referida al conjunto o congregación de los fieles cristianos, ya sea de modo total o particular. El término suele ser y no debe ser utilizado como un sinónimo de templo. Iglesia es referente a un cuerpo vivo mientras que templo es obra de las manos de los hombres.
Hechos, 19, 32; I Cor., 14,19, en estas citas biblicas encontramos referencias de los apostoles usar el termino iglesia, asamblea. Se emplea para designar a todos los que, desde el comienzo del mundo, han creído en el verdadero Dios, y han sido hechos hijos suyos por la gracia. La Iglesia ha sido prefigurada ya desde el origen del mundo y preparada maravillosamente en la historia del pueblo de Israel y en la Antigua Alianza, se constituyó en los últimos tiempos, se manifestó por la efusión del Espíritu y llegará gloriosamente a su plenitud al final de los siglos. El Señor Jesús comenzó su Iglesia con el anuncio de la Buena Nueva, es decir, de la llegada del Reino de Dios prometido desde hacía siglos en las Escrituras.
La Iglesia es el Reino de Cristo, presente ya en misterio. El Señor Jesús dotó a su comunidad de una estructura que permanecerá hasta la consumación del Reino. Los Doce, con Pedro a su Cabeza, (Cf. Mc 3,14-15) y los otros discípulos participan en la misión de Cristo, en su poder, y también en su suerte. La Iglesia ha nacido principalmente del don total de Cristo. El Concilio nos dice que: "El agua y la sangre que brotan del costado abierto de Jesús crucificado son signo de este comienzo y crecimiento"(Vaticano II, LG 3). Del costado de Cristo dormido en la cruz nació el sacramento admirable de toda la Iglesia.