"Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo." Ese es su título completo, aunque solemos referirnos a ella utilizando su anterior nombre latino, "Corpus Christi". La celebración de este Misterio nos hace presente así que el Señor permanece vivo en el tabernáculo; por esto se le alaba especialmente con la adoración Eucarística o banquete mesiánico y de acción de gracias, memorial de la muerte de Cristo por su propia institución en la Última Cena.
"Pan" es el término en que coinciden los textos litúrgicos. Jesús, en el pasaje evangélico, "tomó los cinco panes...y levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición". Este gesto de Jesús, visto retrospectivamente, está prefigurado en el del Melquisedec, rey-sacerdote de Salem, que ofrece a Abrahán pan y vino como signo de hospitalidad, de generosidad y de amistad. Ese mismo gesto de Jesús, visto prolépticamente, anticipa la Última Cena con los suyos y la Eucaristía celebrada por los cristianos en memoria de Jesús: ATomó pan, dando gracias lo partió y dijo: "Éste es mi cuerpo que se entrega por vosotros".
En aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino y bendijo a Abrán, diciendo:- «Bendito sea Abrán por el Dios altísimo, creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado tus enemigos.»Y Abrán le dio un décimo de cada cosa.( libro del Génesis 14, 18-20)
Cuando Jesús instituyó la Eucaristía, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a los discípulos diciendo: "Tomen, coman; esto es mi cuerpo" (Mt 26,26 y similares). "Esto (el pan) es mi cuerpo" (la persona de Jesús). Lo mismo hizo con el vino, afirmando "Esta es mi Sangre". Sus palabras no dejan lugar a dudas. No es una comparación: "es como mi cuerpo o, como si fuera mi sangre" Es una afirmación real: "esto es mi Cuerpo y esta es mi Sangre."
"Eucaristía" o "Celebración Eucarística" es el nombre exacto de lo que llamamos "Misa", lo más importante de esta celebración, es que se vuelve a realizar cada vez el milagro de Cristo: el Espíritu Santo convierte el pan en su Cuerpo y el vino en su Sangre. Además, en cada Misa, se actualiza el sacrificio de Jesús y se repite el milagro del Cuerpo y la Sangre de Cristo, aunque una vez al año celebremos de manera más solemne este gran misterio.