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Reflexión Semana Santa

La Semana Santa, es un tiempo importante para la iglesia católica  debemos de tomarnos nuestro tiempo para participar en las celebraciones de nuestra parroquia. No son las vacaciones que tomamos, sino es un tiempo que la Iglesia a decido tener para dedicarle a Dios y revivir el momento justo del sustento de nuestra fe.

Jesús es el Hijo de Dios, el que los profetas habían anunciado, El Cristo (el ungido) da su vida por nosotros. Revivir la pasión de cristo, es alimentar nuestra fe, es saber de donde venimos y hacia donde vamos.

Nuestra Iglesia nos presenta un Cristo vivo, que podemos tocar, que podemos contemplar. Los 40 días de cuaresma son la preparación para estas grandes celebraciones, llenas de solemnidad en nuestras comunidades parroquiales. Cada uno de nosotros en su Parroquia mas cercana podrá participar y con ello vivir, la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.

Podemos participar si ya tenemos tiempo que asistimos a nuestra comunidad parroquial, podemos ofrecernos para realizar un servicio, estar disponibles para lo que nos pidan apoyo, y si, no es así, también puedes participar asistiendo a tu Iglesia,  llegando con puntualidad, mostrando el debido respeto y nuestra ropa adecuada para la ocasión.

Lo importante es estar disponibles y todos juntos hacer de esto, toda una experiencia inolvidable, que realmente nos llene de fe, alegría y convencidos de estar en el camino correcto, retomar fuerzas para seguir  adelante..
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¿Quienes somos? Cristianos


Como cada domingo, los cristianos nos acercamos a la misa, a recirbir el cuerpo de Cristo y a escuchar su palabra a travez de sus colaboradores, que nosotros llamamos Sacerdortes, ministros de Dios... Estos que un momento de su vida se decidieron a tomar el camino de ser ministros de Cristo y colaborar con el... Pero al fin y al cabo no dejan de ser hombres, seres humanos, con defectos y debilidades, como tu y como yo... Que dia con dia debemos esforzarnos en ser mejores seres humanos o mejor dicho mejores Hijos de Dios o lo que seria lo mismo mejores Cristianos...

Asi es todos somos seres finitos, limitados,presas faciles del deseo, la envidia, el orgullo el intelectualismo... por citar algunas, nuesta obligacion como cristianos no solo es la de cumplir con nuestros preceptos, como por mencionar algunos, el ir a misa el domingo, que es el que tenemos mas en claro todos... Y si realmente se cumpliera en su mayoria con todos los asistentes a esa celebracion, las palabras del sacerdote al termino de dicha misa  "Podeis ir en paz nuestra celebración a terminado"... "Vivir lo que aqui hemos celebrado"... Cualquiera de estas dos palabras que realmente nos exige una coherencia en nuestras vidas, y nosotros como fieles creyentes y seguidores de Cristo y de nuestra Iglesia Catolica debemos de esforzarnos dia a dia para mejorar y lograr eso, ser mejores cristianos.... ser ejemplos para otros y no motivos de escandolo como sucede en ocaciones...

Es verdad, hemos fallado en ocaciones, se ha tocado fondo,y lo que peor entre nosotros mismos nos atacamos y nos selañamos los errores de cada quien inclusive señalando a nuestras propias autoridades eclesiales(Sacerdotes, Obispo, Papa, religiosos, ministros). Todos cometemos errores y tenemos faltas graves. Es de cristianos arrepentirnos y levantarnos mejor aun y mas fuertes y seguir adelante, tener una coherencia con lo que se cree y con lo que se vive, Vamos cristianos no nos dejomos vencer, son tiempos de crisis por tanto, son los mejores tiempos para el cristiano...

El Espiritu Santo es el asistente de la Iglesia


Los cristianos confesamos con la Iglesia que el Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, distinta del Padre y del Hijo, de quienes procede eternamente. Creemos en el Espíritu Santo, Señor, y vivificador, que, con el Padre y el Hijo es juntamente adorado y glorificado. Que habló por los profetas; nos fue enviado por Cristo después de su resurrección y ascensión al Padre; ilumina, vivifica, protege y rige la Iglesia, cuyos miembros purifica con tal que no desechen la gracia. Su acción, que penetra lo íntimo del alma, hace apto al hombre de responder a aquel precepto de Cristo: "Sed... perfectos, como también es perfecto vuestro Padre celestial" (Pablo VI, El Credo del Pueblo de Dios, n. 13). Cfr. Documento de Puebla, nn. 202-204.



El Espíritu Santo asiste a la Iglesia:

Como lo había prometido Jesús antes de marcharse de nuevo al cielo, desde allá nos envía, junto con su Padre, al Paráclito. Es San Lucas quien nos relata su venida: "Llegado el día de Pentecostés estaban todos reunidos en un lugar, cuando de repente sobrevino del cielo un ruido como de viento impetuoso, que llenó toda la casa. Y aparecieron unas como lenguas de fuego que se posaron sobre cada uno de ellos. Y todos fueron llenos del Espíritu Santo" (Hechos 2, 1-5).


La Iglesia, por tanto, instruida por la palabra de Cristo, partiendo de la experiencia de Pentecostés y de su historia apostólica, proclama desde el principio su fe en el Espíritu Santo, como aquel que es dador de vida, aquél en el que el inescrutable Dios trino y uno se comunica con los hombres construyendo en ellos la fuente de vida eterna" (Juan Pablo 11, Ene. Dominum et vivificantem, n. 2).En nuestra santificación intervienen las tres Personas divinas, porque el principio de las operaciones es la naturaleza y en Dios no hay más que una sola Esencia o Naturaleza. Por ser el Espíritu Santo, Amor, y por ser la santificación obra fundamentalmente del Amor de Dios, es por lo que la obra de la santificación de los hombres se atribuye al Espíritu Santo (cfr. Decr. Apostolicam actuositatem, n. 3).


Esta santificación la realiza principalmente a través de los sacramentos, que son signos sensibles instituidos por jesucristo, que no sólo significan sino que confieren la gracia.La vida divina que nos santifica, nace, crece y sana por medio de los sacramentos.

Porque creer en el Espiritu Santo?


Hay muchos conceptos erróneos sobre la identidad del Espíritu Santo. Algunos ven al Espíritu Santo como una fuerza mística. Otros entienden al Espíritu Santo, como el poder impersonal que Dios pone a disposición para los seguidores de Cristo. ¿Qué dice la Biblia acerca de la identidad del Espíritu Santo? Puesto en una manera sencilla – la Biblia dice que el Espíritu Santo es Dios.


El hecho de que el Espíritu Santo es Dios, es visto claramente en muchas partes de las Escrituras, incluyendo Hechos 5:3-4. En este versículo, Pedro confronta a Ananías por haber mentido al Espíritu Santo, y le dice que él “no había mentido a los hombres sino a Dios”. Es una clara declaración de que mentir al Espíritu Santo es mentir a Dios. También podemos saber que el Espíritu Santo es Dios, porque El posee los atributos o características de Dios.


La Iglesia nos enseña que el Espíritu Santo es el amor que existe entre el Padre y el Hijo. Este amor es tan grande y tan perfecto que forma una tercera persona. El Espíritu Santo llena nuestras almas en el Bautismo y después, de manera perfecta, en la Confirmación. Con el amor divino de Dios dentro de nosotros, somos capaces de amar a Dios y al prójimo. El Espíritu Santo nos ayuda a cumplir nuestro compromiso de vida con Jesús.


En varias oportunidades Jesucristo prometió a los Apóstoles que les enviaría el Espíritu Santo, el cual les recordaría y les ayudaría a entender todo lo que El les había dicho. Así fue que, el día de Pentecostés, cuando estaban todos los Apóstoles reunidos, se produjo un ruido como de un viento impetuoso. Aparecieron lenguas de fuego que se posaron sobre cada uno de ellos. Era el Espíritu Santo prometido por Jesús que descendió sobre cada uno de ellos, haciéndolos fuertes, audaces y santos para anunciar el Evangelio con fidelidad a todo el mundo.La Iglesia quedó constituida en templo del Espíritu Santo; El la santifica y hace que los bautizados se unan a la Santísima Trinidad.

La fe en Jesucristo



Catequesis de S.S. Juan Pablo II durante la audiencia general de los miércoles


18 de Marzo de 1998


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1.Mirando al objetivo prioritario del jubileo, que es «el fortalecimiento de la fe y del testimonio de los cristianos» (Tertio millennio adveniente, 42), después de trazar en las anteriores catequesis los rasgos fundamentales de la salvación traída por Cristo, nos detenemos hoy a reflexionar en la fe que él espera de nosotros.
A Dios, que se revela —como enseña la Dei Verbum—, se le debe «la obediencia de la fe» (cf. n. 5). Dios se reveló en la Antigua Alianza, pidiendo al pueblo por él elegido una adhesión fundamental de fe. En la plenitud de los tiempos esta fe ha de renovarse y desarrollarse, para responder a la revelación del Hijo de Dios encarnado. Jesús la exige expresamente, dirigiéndose a los discípulos en la última Cena: «Creéis en Dios: creed también en mí» (Jn 14, 1).

2. Jesús ya había pedido al grupo de los doce Apóstoles una profesión de fe en su persona. Cerca de Cesarea de Filipo, después de interrogar a los discípulos qué pensaba la gente sobre su identidad, les pregunta: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mt 16, 15). Simón Pedro responde: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16, 16).

Inmediatamente Jesús confirma el valor de esta profesión de fe, subrayando que no procede simplemente de un pensamiento humano, sino de una inspiración celestial: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos (Mt 16, 17). Estas palabras, de marcado color semítico, designan la revelación total absoluta y suprema: la que se refiere a la persona de Cristo, el Hijo de Dios.

La profesión de fe que hace Pedro seguirá siendo expresión definitiva de la identidad de Cristo. San Marcos utiliza esas palabras para introducir su Evangelio (cf. Mc 1, 1). San Juan las refiere al concluir el suyo, cuando afirma que lo escribió para que se crea «que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios», y para que, creyendo, se pueda tener vida en su nombre (cf. Jn 20, 31).

3. ¿En qué consiste la fe? La constitución Dei Verbum explica que por ella «el hombre se entrega entera y libremente a Dios, le ofrece "el homenaje total de su entendimiento y voluntad", asintiendo libremente a lo que Dios revela» (n. 5). Así pues, la fe no es sólo adhesión de la inteligencia a la verdad revelada, sino también obsequio de la voluntad y entrega a Dios, que se revela. Es una actitud que compromete toda la existencia.

El Concilio recuerda también que, para la fe, es necesaria «la gracia de Dios que se adelanta y nos ayuda, junto con el auxilio interior del Espíritu Santo, que mueve el corazón, lo dirige a Dios abre los ojos del espíritu y concede "a todos gusto en aceptar y creer la verdad"» (ib.). Así se ve cómo la fe, por una parte, hace acoger la verdad contenida en la Revelación y propuesta por el magisterio de quienes, como pastores del pueblo de Dios, han recibido un «carisma cierto de la verdad» (ib., 8). Por otra parte, la fe lleva también a una verdadera y profunda coherencia, que debe expresarse en todos los aspectos de una vida según el modelo de la de Cristo.

4. Al ser fruto de la gracia, la fe influye en los acontecimientos. Se ve claramente en el caso ejemplar de la Virgen santísima. En la Anunciación, su adhesión de fe al mensaje del ángel es decisiva incluso para la venida de Jesús al mundo. María es Madre de Cristo porque antes creyó en él.
En las bodas de Cana, María por su fe obtiene el milagro. Ante una respuesta de Jesús que parecía poco favorable, ella mantiene una actitud de confianza, convirtiéndose así en modelo de la fe audaz y constante que supera los obstáculos.
Audaz e insistente fue también la fe de la cananea. A esa mujer, que acudió a pedirle la curación de su hija, Jesús le había opuesto el plan del Padre, que limitaba su misión a las ovejas perdidas de la casa de Israel. La cananea respondió con toda la fuerza de su fe y obtuvo el milagro: «Mujer, grande es tu fe que te suceda como deseas» (Mt 15, 28).
5. En muchos otros casos el Evangelio testimonia la fuerza de la fe. Jesús manifiesta su admiración por la fe del centurión: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. (Mt 8, 10). Y a Bartimeo le dice: «Vete, tu fe te ha salvado» (Mc 10, 52). Lo mismo repite a la hemorroísa (cf. Mc 5, 34).
Las palabras que dirige al padre del epiléptico, que deseaba la curación de su hijo, no son menos impresionantes: «Todo es posible para quien cree» (Mc 9, 23).

La función de la fe es cooperar con esta omnipotencia. Jesús pide hasta tal punto esta cooperación, que, al volver a Nazaret, no realiza casi ningún milagro porque los habitantes de su aldea no creían en él (cf. Mc 6, 5-6). Con miras a la salvación, la fe tiene para Jesús una importancia decisiva.

San Pablo desarrollará la enseñanza de Cristo cuando en oposición con los que querían fundar la esperanza de salvación en la observancia de la ley judía, afirmará con fuerza que la fe en Cristo es la única fuente de salvación: «Porque pensamos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley» (Rm 3, 28). Sin embargo, no conviene olvidar que san Pablo pensaba en la fe auténtica y plena, «que actúa por la caridad» (Ga 5, 6). La verdadera fe está animada por el amor a Dios, que es inseparable del amor a los hermanos.

Ser Cristiano es creer que Jesús es Dios, no un invento de los romanos


Los cristianos siempre han pensado que Jesús es Dios y así figura en los evangelios y en escritos cristianos muy anteriores a Nicea, de los siglos I, II y III.


A diferencia de mormones, Testigos de Jehová o musulmanes (tres credos actuales que niegan que Jesús era Dios) podemos leer cómo santo Tomás dice al ver a Jesús resucitado: [Juan 20,28] "Ho Kurios mou ho Theos mou" (Mi Señor y mi Dios)O en Romanos 9,5; carta dictada por San Pablo a Tercio en casa de Gayo, en Corinto, en el invierno del 57 al 58 d.C: "De ellos [los judíos] son los patriarcas, y como hombre ha surgido de ellos el Cristo, que es Dios, y está por encima de todo".



O en Tito 2,13: "esperamos que se manifieste la gloria del gran Dios y salvador nuestro Jesucristo".



O en 2 Pedro1,1:"Simón Pedro, sirviente y apóstol de Jesucristo, a aquellos que por la justicia de nuestro Dios y salvador Jesucristo han recibido una fe tan preciosa como la nuestra".



Y, saliendo de los evangelios, tenemos los textos de algunos Padres de la Iglesia muy anteriores a Nicea:"Pues nuestro Dios, Jesucristo, fue según el designio de Dios, concebido en el vientre de María, de la estirpe de David, pero por el Espíritu Santo" [Carta a los efesios de San Ignacio de Antioquía, c.35-c.107 d.C].



"Si hubieses entendido lo escrito por los profetas, no habrías negado que Él [Jesús] era Dios, Hijo del único, inengendrado, insuperable Dios" [Diálogo con Trifón, San Justino Mártir, c.100-c.165 d.C]."Él [Jesucristo] es el santo Señor, el Maravilloso, el Consejero, el Hermoso en apariencia, y el Poderoso Dios, viniendo sobre las nubes como juez de todos los hombres" [Contra los herejes, libro 3, San Ireneo de Lyon, c. 130 -200 d.C].



"Sólo Él [Jesús] es tanto Dios como Hombre, y la fuente de todas nuestras cosas buenas" [Exhortación a los griegos, de San Clemente de Alejandría, 190 d.C]."Sólo Dios está sin pecado. El único hombre sin pecado es Cristo, porque Cristo también es Dios" [El alma 41:3, por Tertuliano, año 210 d.C]."Aunque [el Hijo] era Dios, tomó carne; y habiendo sido hecho hombre, permaneció como era: Dios" [Las doctrinas fundamentales 1:0:4; por Orígenes, c.185-c.254 d.C.].Estas citas -y muchas otras- demuestran que los cristianos tenían clara la divinidad de Cristo mucho antes de Nicea.